La historia
Una aventura subterránea
🕰️ 27 de junio de 1888
Ese día, la pequeña aldea de Camprieu ve llegar una extraña caravana. Carruajes procedentes de París descargan hombres y material misterioso, lo que despierta la curiosidad de los campesinos que se encuentran en plena siega.


Una misión audaz
🕰️ Explorar la «Felicidad de las Tinieblas»
El jefe de la expedición, Édouard-Alfred Martel, ambiciona junto con su equipo atravesar la meseta de Camprieu pasando por una red subterránea temida por los lugareños: el Bonheur des Ténèbres.
Los habitantes, burlones, dudan del éxito de esta empresa «imposible» y recuerdan que un hombre, Vidal, apodado «la trouche», desapareció allí unos meses antes sin dejar rastro…

Primeros pasos en las profundidades
🕰️ 27 de junio de 1888
A mediodía, el equipo está listo. Por precaución, deciden comenzar la exploración desde la salida de las aguas, para evitar ser arrastrados por un torrente impredecible.


Una exploración peligrosa
El primer reconocimiento revela un vasto pasadizo subterráneo. Martel y sus compañeros exploran a bordo de su canoa, cruzan cornisas e incluso intentan escalar por una chimenea.
Tienen que dar media vuelta, ya que una cascada demasiado alta les impide llevar la canoa más lejos.

El segundo día: ¡éxito!
🕰️ 28 de junio de 1888
Al día siguiente, se organiza un nuevo intento, con el refuerzo de Émile Michel (cuñado de Parguel) y Pierre Mely, maestro del pueblo. Aunque Mely abandonó rápidamente, el equipo logró alcanzar el punto al que habían llegado el día anterior, esta vez siguiendo el curso del río, a pesar de las dificultades.


La hazaña: el nacimiento de la espeleología moderna
Tras 1300 metros de avance subterráneo, el equipo sale triunfante.
Se dirigen inmediatamente al ayuntamiento de Camprieu para oficializar la hazaña.
Ese día marca la primera travesía de Bramabiau, considerada hoy en día como el acto fundacional de la espeleología moderna.
